Tetris

La creación del vórtice tridimensional desató el proceso. Los espacios asignados gozaban de una absoluta tranquilidad, hasta que aparecieron las primeras líneas paralelas a cada uno de los tres ejes.

Desplomándose desde lo más alto con la divinidad de los números a su favor, miles de cuerpos geométricos se acoplaron hasta conformar estructuras más detalladas.

Enlaces moleculares, complejos organismos, gigantescos puentes colgantes. Maravilloso espectáculo.

Enjambres de insectos voladores atravesaban campos cubiertos de flores y pantanos, desde lo profundo de un bosque hasta la sencillez del jardín de una familia de humanos.

Colosales cúmulos divisaban bajo los cielos el impacto de una maravillosa cascada y el recorrido de los gases tóxicos de las chimeneas hacia el infinito.

Lo inevitable estaba por llegar.

Cuando el oxígeno pudo penetrar en un hoyo estéril, un terremoto de luces sacudió los átomos de cada árbol, fruto y semilla. El horizonte había completado su diseño.

Bastó con finalizar la estructura de un mundo maravilloso para reconocer la imperfección de sus detalles.

Los sucesivos moldes de evolución estaban creados... sólo faltaba otro jugador para concebir la siguiente línea del pasatiempo.

1 notas:

Alejandro Cuba Ruiz dijo...

A finales de 2005 y principios de 2006 estaba envuelto en la filosofía y el impacto sociocultural de los videojuegos. La literatura relacionada aliementaba mis ideas.

Para el 26 de enero de 2006 ya había terminado uno de los mini-cuentos que más extraño volver a escribir, pues dicha experiencia fue como ascender hacia un mundo de bloques de colores y controlar sus movimientos... Mucho mejor que un partido de Tetris.