Atención dispersa

Ella estaba demasiado ocupada como para escucharlo. Cubierta de relojes, arañaba sus propios brazos para intentar ser libre. El oscilar de minutos y segundos retrasaba la sensación de dolor. Soñaba, leía y buscaba, mientras el péndulo frotaba su balanceo sobre paredes de vidrio.

Él lanzó un grito... y volvió a callar.

Ella permaneció serena, con la idea fija en regresar de una vez.