Cuando nuestro cerebro se enfrentó a la tarea de leer, escribir y calcular, tuvimos a nuestra disposición tres ingeniosos principios de diseño:
- la capacidad para establecer nuevas conexiones entre estructuras preexistentes;
- la capacidad para crear áreas especializadas exquisitamente precisas de reconocimiento de patrones de información;
- y la habilidad para aprender a recoger y relacionar la información.
¡Ya sé leer!

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