Enjabonando a la muerte

(...) Pero esos que dicen por ahí que no le tienen miedo, le tienen pánico (...) Eso es lo que le tienen a la muerte, pánico.

Y esos que no parecen tenerle miedo, son los que más miedo le tienen; y, en el fondo, la buscan incesantes, aunque disimuladamente (...) cambian el ritmo de la respiración a voluntad; no mastican bien los alimentos, fuman demasiado; se rascan los pies antes de bañarse, raspando y escarbando con los dedos de la mano y después los huelen para reproducir (...) un simulacro de muerte por gases asfixiantes; no se bañan jamás o se bañan tres veces al día.

Los primeros se entregan a todas las bacterias sin discriminación: los segundos tratan, con tanto restregarse el cuerpo, de hacerse grietas en la piel por las cuales puedan entrar los microbios.