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Enjabonando a la muerte

(...) Pero esos que dicen por ahí que no le tienen miedo, le tienen pánico (...) Eso es lo que le tienen a la muerte, pánico.

Y esos que no parecen tenerle miedo, son los que más miedo le tienen; y, en el fondo, la buscan incesantes, aunque disimuladamente (...) cambian el ritmo de la respiración a voluntad; no mastican bien los alimentos, fuman demasiado; se rascan los pies antes de bañarse, raspando y escarbando con los dedos de la mano y después los huelen para reproducir (...) un simulacro de muerte por gases asfixiantes; no se bañan jamás o se bañan tres veces al día.

Los primeros se entregan a todas las bacterias sin discriminación: los segundos tratan, con tanto restregarse el cuerpo, de hacerse grietas en la piel por las cuales puedan entrar los microbios.

Juan de los Muertos

"El heroísmo es fango, sangre y mierda", alertaba Yslaire hace más de una década desde el cómic belga. Y es que enfrentar La Habana en modo zombie es otra forma terrible de sobrevivir.

Si visitas cualquier cementerio de la isla, no revises el listado de epitafios. Pues en Cuba los milagros te tocan a la puerta: tomas un frasco entero de Polivit y amaneces con los ojos vítreos. Dentro de tu propia tumba, respirando vaho purulento. Porque en el interior del ataúd realmente huele a muerto.

El hedor es capaz de elevar tu cadáver varios metros hacia el cielo, pero la narcosis te desciende de un solo golpe hacia el infierno.

"Las mejores películas de zombies no son el típico festín de sangre y violencia", sugería Robert Kirkman en su primer número de The Walking Dead.

"Las buenas películas de zombies nos muestran cuán jodidos estamos. Nos despiertan el interés en cuestionar nuestro estado frente a la sociedad, y el de nuestra sociedad respecto al mundo."

Los no-muertos deberíamos tener derecho a errar libremente sobre las calles. Secretar mocos con sangre. Intercambiar tejido necrosado con los que están a punto de morir.

Si un cineasta preguntara cómo quisiera ver reflejada mi esencia en pantalla, repondería con una mueca mugrienta. Para que meses después, en uno de los cines más infectos de La Habana, nos haga sonreír una película desenfrenada, inteligente. Hecha para desarrollar fanfic.

La distopía de Cuba, destino de facto. Catalizador de apocalipsis arquitectónicos, reflejo del colapso social. Hazte zombie o te enterraremos de un arponazo. Un día ingieres multivitaminas y al siguiente haces como que te mueres.

Funeral de pasada. ¡Malditos brujeros! Son como los gusanos, pero en vez de carne te llevan la ropa y los huesos. Despiertas sin brazos, sin pelo, sin diente de oro. Víctima de glúteos desgarrados. Hebilla del cinto enganchada del cóccix... ¡si pudiese invocar al santo-marchito-de-los-difuntos-despojados para hacerlo sufrir!

Noventa y seis minutos de holgorio a lo post mortem. Deleite interfecto. Porque Juan de los Muertos ya es un filme de culto, exponente del fenómeno zombie. Revolución digna de estallar. Fallecer o morir.

Vivito y coleando

No hay muerto, por bien muerto
Que en las entrañas de la tierra yazga
Que en otra forma, o en su forma misma
Más vivo luego y más audaz no salga.

The Walking Dead

Descerebrar zombies es uno de los placeres que aún no nos han sido otorgados en el MundoReal™.

Por eso detonamos píxeles sobre sus cortezas. Para defragmentar cráneos a punto de fermentar las tramas lineales que nos ofrece la TV.

Detrás de la cuarta pared estamos nosotros. Con el hipotálamo intacto. Y el olor a carne fresca que un puñado de cineastas ha logrado olfatear de las páginas de un cómic frenético.

La adaptación de The Walking Dead no yace bajo un ejecutable de bibliotecas dinámicas que coleccionan la geometría 3D de cada gota de sangre de sus modelos (AKA: videojuego de reventar zombies).

La miniserie tampoco está dirigida por excelsitudes proactivas que generan títulos como Left4Dead. Pero se maquilla con tanta mierda que da gusto ver las escenas de mordida-de-antebrazo, vaciado-de-molleja, vómito-de-bilis y semitroncos humanos desgajando intestinos como un Juan de los Muertos sediento de carne de res.

El resto es puro drama. Con más bugs que un release en versión alpha. Al 25% del ritmo que me gustaría. Sin el gancho final que uno necesita para soñar todo un otoño repleto de undeads.

Necrofilia

Si falleces masturbándote, recorre el aliento que desprenden las encías antes de saborear tu lengua muerta. Frota tus pezones verde oscuros. Y la flacidez de ambas nalgas mortecinas antes de que pierdas completamente las fuerzas.

Brecha van Helsing

Los humanos hemos logrado otra ventaja sobre los no-muertos: podemos interactuar con interfaces táctiles capacitivas.

A los zombies, espectros y vampiros cuyas células no se encuentren cargadas eléctricamente, les será imposible hacer contacto con una buena parte de los dispositivos modernos.

¡A recolectar sal y un par de estacas! Pues un simple gadget tiene el potencial de revelarnos lo incorpóreo. Y comunicar al resto del mundo nuestras hazañas.

Elixir zombie para la guerra

DARPA quiere que esto suceda "ayer", porque era necesario para ayer.